domingo, 31 de enero de 2010

EN MEDIO DEL FUEGO


Se incendia la casa de una viuda muy rica con ella dentro y con su hijo pequeño. Muere la señora en el fuego. Ningún bombero podía llegar hasta el chico. Un transeúnte ve un tubo metálico, junto a las llamas, que llega hasta la ventana donde gritaba el niño. El valiente, quemándose las manos, subió por el tubo hasta donde estaba el niño, logrando así salvarle la vida.

Tiempo después, en el juzgado, los descendientes disputaban sobre quién de ellos lograba hacerse con la tutela del niño y con su fortuna. Argumentaban parentesco, recursos, capacidades… pero el chico rehusaba a todos. Entra entonces en la sala un desconocido. Se adelanta hasta el juez en silencio, con las manos metidas en los bolsillos. El magistrado le pide sus credenciales, a lo cual él responde: “Señoría, no tengo riquezas ni poderes para competir contra todos los que aspiran a adoptar al niño”.

Le contesta el juez: “¿Y por qué razón solicita usted la tutela?” Responde el señor: “Sólo tengo estas muestras”, enseñándole sus manos quemadas. Al verlo, el niño reconoció al héroe que le había salvado la vida. Loco de alegría, corre a él y le abraza. Éste fue quien le adoptó.

MORALEJA: no hay ninguna prueba de amor superior a la abnegación. Una persona abnegada es la que es capaz de sacrificar sus intereses, en favor de otro que lo necesita más.

¿QUÉ ES abnegarse? Negar los propios deseos, en favor de quien se ama. Es anteponer generosamente el bien ajeno, al provecho propio. Es el sacrificio desinteresado que alguien hace de su beneficio, de sus derechos o de sus intereses, a favor de otros motivos superiores y más elevados que apostar por uno mismo, aunque no se vea la recompensa.

Al contemplar la vida de Jesucristo el cristiano entiende cuál es la abnegación que debe caracterizar su vida.

sábado, 30 de enero de 2010

ANILLO DE COMPROMISO


Un muchacho entró con paso firme en una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le enseñó uno. El muchacho contempló el anillo y con una sonrisa lo aprobó. Preguntó luego el precio y se dispuso a pagarlo. "¿Se va usted a casar pronto?", preguntó el dueño. "No. Ni siquiera tengo novia", contestó.

La sorpresa del joyero divirtió al muchacho. "Es para mi madre. Cuando yo iba a nacer estuvo sola. Alguien le aconsejó que me matara antes de que naciera, pues así se evitaría problemas. Pero ella se negó y me dio el don de la vida. Y tuvo muchos problemas, muchos. Fue padre y madre para mí, y fue amiga y hermana, y fue maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo le compro este anillo de compromiso.

Ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizás después entregue yo otro anillo de compromiso, pero será el segundo". El joyero no dijo nada. Solamente ordenó a su cajera que le hiciera al muchacho el descuento aquel que se hacía solo a clientes especiales.

viernes, 29 de enero de 2010

La Tribu Danone


Son altos, generalmente rubios, de piel tersa y dentadura blindada por la ortodoncia. Lucen pelusilla de albaricoque en la epidermis, y huelen a Nenuco. No han oído hablar de las paperas, de la tosferina ni de los sabañones. Conocen el sarampión por la literatura y la seborrea por los anuncios de la tele.

No han sufrido mucho, la verdad: apenas un leve acné en la edad del pavo, y algunas espinillas, curadas con clerasil. Son guapos de puro sanos, metabólicamente hermosos, con esa belleza insolente que tienen los animalitos de exposición. No vivieron ninguna guerra -ni falta que les hace- ni más revoluciones que las musicales. Dios los libró del hambre de la posguerra, del estraperlo y del aceite de hígado de bacalao. No necesitaron abrasarse la epidermis con cataplasmas de linaza; todo lo más, unos untes de Vicks Vaporub. Mastican chicle sin azúcar y desayunan toneladas de cereales flotantes sobre hectolitros de leche pasteurizada, envasada en tetrabrick.

Pertenecen -según el antropólogo Kloster- a la dan up generation o generación danone; pero no es justo llamarlos generación, ya que la mayoría de los de su edad viven en órbitas más modestas y corrientes. Mejor sería calificarlos de tribu. Sí, eso es, se trata de la más acomodada, lustrosa y civilizada de las tribus urbanas.

Enrique Monasterio
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jueves, 28 de enero de 2010

Eramos ateos perfectos


André Frossard nació en Francia en 1915. Como su padre, Ludovic-Oscar Frossard, fue diputado y ministro durante la III República y primer secretario general del Partido Comunista Francés, Frossard fue educado en un ateísmo total. Encontró la fe a los veinte años, de un modo sorprendente, en una capilla del Barrio Latino, en la que entró ateo y salió minutos más tarde cristiano
Así rememora su vida André Frossard

"Eramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo. Los últimos militantes anticlericales que todavía predicaban contra la religión en las reuniones públicas nos parecían patéticos y un poco ridículos, exactamente igual que lo serían unos historiadores esforzándose por refutar la fábula de Caperucita roja"

¿Necesito decir que no estaba bautizado? Según el uso de los medios avanzados, mis padres habían decidido, de común acuerdo, que yo escogería mi religión a los veinte años, si contra toda espera razonable consideraba bueno tener una.

Karl Marx me fascinaba. Era un león, una esfinge, una erupción solar. Karl Marx escapaba al tiempo. Había en él algo de indestructible que era, transformada en piedra, la certidumbre de que tenía razón. Ese bloque de dialéctica compacta velaba mi sueño de niño. (...)

Rechazábamos todo lo que venía del catolicismo, con una señalada excepción para la persona -humana- de Jesucristo, hacia quien los antiguos del partido mantenían (con bastante parquedad, a decir verdad) una especie de sentimiento de origen moral y de destino poético. No éramos de los suyos, pero él habría podido ser de los nuestros"

André Frossard
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miércoles, 27 de enero de 2010

Jugando sobre el hielo


Dos niños patinaban en un lago congelado de Alemania. Era una tarde nublada y fría.
Los niños jugaban despreocupados.
De repente, el hielo se quebró y uno de los niños se cayó, quedando preso en la grieta del hielo. El otro, viendo su amigo preso y congelándose, tiró un patín y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas hasta, por fin, conseguir quebrarlo y libertar el amigo.

Cuando los bomberos llegaron y vieron lo que había pasado, preguntaron al niño:
“¿Cómo conseguiste hacer eso?
¡Es imposible que consiguieras partir el hielo, siendo tan pequeño y con tan pocas fuerzas!
En ese momento, Albert Einstein, que pasaba por allí, comentó:
- Yo sé cómo lo hizo.
- ¿Cómo? - Le preguntaron.

“Es sencillo, respondió Einstein, no había nadie para decirle que no era capaz”.
'Dios nos hizo perfectos y
no escoge a los capacitados,
sino que capacita a los escogidos'.
Hacer o no hacer algo, sólo depende de nuestra voluntad y perseverancia’.

(Albert Einstein)

Conclusión :
Piensa siempre en los demás, haz lo que puedas por ellos y Dios hará el resto

martes, 26 de enero de 2010

NO LLORES TANTO QUE SOLO ES UNA CÉLULA


María de la Cuesta quiso contarnos la terrible experiencia que le tocó sufrir cuando con 17 años la obligaron a abortar. Y quiso narrarlo así, a cara descubierta, con su nombre y su apellido, orgullosa de cómo ha reconducido su vida, pero eso sí, con el corazón en un puño, la voz entrecortada y las lágrimas asomando a sus hermosos ojos «porque nunca puedes perdonarte y jamás puedes olvidarte de que mataste a tu hijo».

La de María es una historia dura, pero habitual. Responde al perfil mayoritario de las mujeres que interrumpen voluntariamente sus gestaciones: menores de edad o muy jóvenes que se quedan embarazadas y son obligadas, en contra de sus deseos, a abortar por la presión de su pareja y/o su familia y por la situación socio-económicas de su existencia. No hay cifras oficiales, pero los especialistas consideran que entre un 75 y 80% de las mujeres que pasan por esta penosa experiencia responden a estas características.

Once semanas y tres días

Posee una voz muy dulce. Se emociona cuando rememora los episodios del drama que padeció cuatro años atrás: «Por circunstancias familiares me fui de casa muy joven. Vivía con mi novio y, al poco tiempo, noté una falta en la regla. Me hice las pruebas en la farmacia y salieron negativas. Pensamos que sería algún desajuste hormonal, pero yo me sentía rara. Insistía en que estaba embarazada. Mi novio decía que todo era un embarazo psicológico. Total que por fin nos decidimos a ir al ginecólogo».

«Tras ver la «eco»-prosigue- el doctor me dijo que estaba embarazada de once semanas y tres días. Aquello fue una tragedia. Yo quería tenerlo, pero mi novio, no. Que si estaba loca, que si no teníamos ni trabajo ni dinero, que si daba a luz me dejaba… Busqué ayuda en mi madre. Fui a verla. Estaba dispuesta a volver con ella pese a todas las desavenencias». Pero su respuesta fue cruel: «En mi casa no entras con barriga». La presión fue intensa. Amenazas de su novio, de su madre…

DOMINGO PÉREZ (MADRID)

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lunes, 25 de enero de 2010

EL BUEN CHORIZO


En una de mis primeras guardias del Turno de Oficio, me llamaron de la comisaría la tarde del día enque estaba de suplente, para atender a un detenido. El asunto era el siguiente: Un hombre de unos 27 años había dado un "tirón" a una anciana, para robarle la cadena que la señora llevaba al cuello. Con el tirón la señora se fue al suelo, pero el ladrón, tras salir corriendo se paró en la esquina próxima para ver que había sido de su víctima. Al observar que nadie de los que pasaban se acercaba a ayudar a la señora, él mismo volvió junto a ella, y tras devolverle lo robado, llamó a una ambulancia y llevó a la señora al hospital, donde la ingresaron con fractura de cadera.

Lógicamente del hospital pasó a la comisaría este caritativo ladrón. Como al día siguiente lo pude atender en el juzgado, aproveché para hablar con él, pues me pareció que su comportamiento se salía de lo corriente de los "Chorizos habituales". El buen hombre - digamos que se llamaba Sergio- me contó su historia. Era un administrativo de una empresa y estaba casado. Pasaba muchas horas en su trabajo, pues su jefe era un poco negrero- slave driver-, y un buen día que regresó antes de lo habitual a su casa, se encontró a su mujer con otro, y encima se rieron de él. Hubo una separación, etc..., y él cogió una depresión.

Perdió su empleo, y para colmo empezó a alternar con antiguos compañeros/as del instituto. Una de ellas, con la intención de levantarle el ánimo, le metió en el mundo de la droga. Cuando yo le asistí estaba enganchado a una mezcla de cocaína y heroína.Pero como se ve por cómo le detuvieron, aún no había tocado fondo. Tras varias gestiones conseguí que ingresara en un establecimiento de desintoxicación regentado por voluntarios de la diócesis. Pero las cosas de palacio van despacio, así que no fue hasta pasados dos años que salió su juicio. El caso es que, en contra del criterio habitual de la Fiscalía, en supuestos de robo con violencia, se le permitió cumplir condena en el establecimiento de desintoxicación donde estaba ingresado. Actualmente trabaja allí como administrativo, y se encuentra totalmente rehabilitado.

Pablo Luis Sáez

domingo, 24 de enero de 2010

Te voy a meter nueve meses en este zulo, para que nazcas de nuevo

Bosco Gutiérrez es un arquitecto mexicano. Una mañana, hace ya diez años, un grupo de hombres encapuchados lo golpearon y lo metieron en un coche para secuestrarlo. Durante nueve meses estuvo desnudo, encerrado en un zulo de tres metros cuadrados con un camastro y un cubo a modo de orinal, y con una música que le retumbaba los oídos las veinticuatro horas del día.

Los primeros tres meses, Bosco estuvo sumergido en una especie de depresión. Los secuestradores le habían obligado a dar información acerca de su familia, y él sentía que los había traicionado. No se movía, no comía, se quedaba tirado en el suelo sin hacer nada… El día de la independencia de México, los secuestradores le dejaron pedir lo que quisiera. Pidió un whisky, y se lo trajeron. Bosco estaba dispuesto a saborearlo como si fuera el último placer de su vida. “Fue entonces cuando escuché una voz en mi cabeza que decía: ofrécelo. Y yo pensaba: no voy a ofrecer esto, es lo único bueno que tengo. Ofrezco el estar secuestrado. Eso no depende de ti, decía la voz de mi cabeza”.

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sábado, 23 de enero de 2010

Yo nunca estoy sola


Una amiga y yo nos bajábamos de un autobús en la Plaza de Castilla, de Madrid, cuando nos dimos cuenta de que una señora muy mayor, con dos muletas, tenía dificultades para bajar. Como es lógico, le ayudamos y le dije que se apoyara en mi brazo para acompañarla a otra parada, pues tenía que coger otro autobús que la llevara al Hospital de la Paz: iba a radiarse, ya que tenía cáncer.

Mientras íbamos andando hacia el autobús, nos dimos cuenta de que tampoco veía bien. Su cara, nunca la olvidaré, no reflejaba tristeza, sino todo lo contrario; tenía una sonrisa permanente e irradiaba paz y serenidad. Le preguntamos cómo podía ir sola.

Se paró, sonrió y contestó: «Yo nunca estoy sola. Él siempre está conmigo», y metiendo una mano en su bolsillo, sacó una vieja estampa del Sagrado Corazón de Jesús. Han pasado varios meses y todos los días me acuerdo de ella y me emociono al recordarla. Para mí eso es verdadera fe, sentir a Jesús a tu lado y dentro de ti.

Margarita Boned Santesteban
Madrid

jueves, 21 de enero de 2010

Mañana lo dejo


Pedro García Aguado es un ex-jugador de waterpolo. Fue campeón olímpico y campeón del mundo. Y también fue adicto al alcohol y otras sustancias: “Yo triunfé fracasando”.

Él achaca su adicción a una adolescencia demasiado permisiva: “Mis padres me dejaban hacer absolutamente todo lo que quería. Y en casa tenía una situación complicada”. Durante mucho tiempo, Pedro se creía el rey del mundo. “Creía que controlaba, que el alcohol no me afectaba… Era todo fruto de un autoengaño que me había creado”.

Una serie de circunstancias le hicieron darse de bruces con la realidad: “Mi mujer me dejó, un amigo con el mismo problema que yo se suicidó, me echaron de la Selección Española de Waterpolo…”. A partir de ese momento, Pedro decidió someterse a un tratamiento de desintoxicación. “Fueron años difíciles, pero afortunadamente todo salió bien”.

Ahora se dedica a dar conferencias para que los jóvenes se den cuenta de lo peligroso que puede llegar a ser el alcohol. Y les da un consejo: “La juventud es la edad de la rebeldía. Y parece que desde fuera nos venden una rebeldía que consiste en hacer precisamente lo que ellos quieren: que consumamos, etc. Por eso yo digo: rebélate, pero de otra manera. No hagas lo que todos hacen, esto es, emborracharse cada fin de semana. Sé tú mismo”.

Congreso de valores
Fundación Gaztelueta

Alá y Jesús


El mes pasado asistí a una clase de entrenamiento requerida para mantener mi status de seguridad en el departamento de prisiones del Estado. Durante la reunión hubo una presentación por tres disertantes, uno Católico, uno Protestante y un Musulmán, quienes explicaron sus creencias.

Me interesaba sobre todo, lo que el Imán islámico diría. El Imán hizo una completa y gran presentación de las bases del Islam, incluido vídeos. Después de las presentaciones, se concedió tiempo para preguntas y respuestas.

Cuando llegó mi turno pregunté al Imán:

“Por favor, y corríjame si me equivoco, pero entiendo que la mayoría de imanes y clérigos del Islam, han declarado la Yihad (guerra santa) contra los infieles del mundo. De modo que matando a un infiel, que es una orden para todos los musulmanes, tienen asegurado un lugar en el cielo. Si así fuera el caso… ¿Puede usted darme una definición de infiel? ”

Sin discutir mis palabras, contestó con seguridad:

“Son los no creyentes”.

Contesté:

“Permítame asegurarme que le entendí bien. A todos los seguidores de ALÁ, le ha sido ordenado matar a todo el que no es de su fe para poder ir al cielo? ¿Es Correcto? ”

La expresión de su cara cambió de una autoridad, a la de un chico con la mano en la lata de galletas. Vergonzosamente. Contestó:

“Así es”

Agregué:

“Pues bien, señor, tengo un verdadero problema tratando de imaginar al Papa Benedicto ordenando a todos los católicos matar a todos los de su fe islámica, o al Dr. Stanley ordenando a los protestantes hacer lo mismo, para ir al cielo ”.

El Imán quedó mudo.

Continué:

“También tengo problema con ser su amigo, cuando usted y sus colegas dicen a sus pupilos que me maten. ¿Preferiría usted a su ALÁ, que le ordena matarme para ir al cielo, o a mi Jesús que me ordena amarlo para que yo vaya al cielo y quiere que me acompañe? ”

Podías oír la caída de un alfiler cuando el Imán inclinó avergonzado su cabeza.

Rick Mathes
Capellán de Prisiones EE.UU.

«O VIVIMOS TODOS JUNTOS COMO HERMANOS, O PERECEREMOS TODOS JUNTOS COMO
IDIOTAS” Martin Luther King

miércoles, 20 de enero de 2010

Desde Barcelona a Bombay


Jaume Sanllorente era periodista económico. Llevaba una vida cómoda, sin demasiadas preocupaciones. Cuando llegaron las vacaciones, decidió ir a una agencia de viajes. Su idea era marcharse a Turquía. Desde la agencia le recomendaron Bombay, y decidió probar. Lo que iban a ser unos simples días de vacaciones, acabaron por cambiarle la vida.

“Cuando llegué a Bombay, pude ver desde el taxi una zona de chabolas enorme. Y pensé que, como periodista, no podía marcharme de allí sin haber conocido aquello”. Lo que vio en esa zona le impactó profundamente. Montones de personas que vivían en la pobreza más absoluta, despreciados por el resto de la sociedad, faltos de higiene, de comida y sin posibilidad de ser curados de las enfermedades que padecían muchos de ellos.

Allí conoció la historia de un orfanato con cuarenta niños. “Una vez más, mi conciencia de periodista me hizo pensar que no podía irme de allí sin escribir una historia para darla a conocer”. Gracias a eso supo que el orfanato estaba a punto de irse a la quiebra, y que todos aquellos niños se quedarían sin tener a dónde ir. “Entonces me pregunté qué sería de todos ellos. Y me lo explicaron. Puede sonar inverosímil, pero fuera del orfanato había una furgoneta negra, esperando para llevarse a los niños en cuanto el orfanato quebrara. Eran de una mafia que quería llevárselos para explotarlos en la mendicidad y en toda clase de cosas horribles”.

Jaume no se lo pensó dos veces. Dejó su trabajo, vendió su piso y se volvió a Bombay para quedarse. “La gente me decía que estaba loco, que aquello era un ‘calentón’ que me había dado, y que con el tiempo se me pasaría. Yo estaba seguro de que, efectivamente, aquello se me podía pasar con el tiempo. Pero también pensaba en lo que les pasaría a esos niños”.

Con el dinero que obtuvo por su piso, rescató al orfanato de la quiebra, y fundó la ONG: “Sonrisas de Bombay”. Lleva allí cinco años. Empezó con cuarenta niños, y ahora son más de cinco mil los beneficiados.

¿Es duro estar allí? “Obviamente uno tiene sus momentos difíciles… La gente me pregunta si nunca he pensado en volver. Puede sonar exagerado, pero en todo este tiempo no he tenido ni un minuto para pensar. Hay demasiadas cosas que hacer”. Y para acabar, da un consejo a los jóvenes: “Que no hagan problemas de dónde no los hay. La mayoría de los problemas que tenemos nos los hemos fabricado nosotros mismos”.

Ver aquí: Sonrisas de Bombay

martes, 19 de enero de 2010

Camina hacia el sol


Aunque el camino sea largo y difícil, no te dejes vencer... si eres constante, tus sueños pueden convertirse en realidad.

Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes.

"¿Hacia donde te diriges?" - le preguntó -.

Sin dejar de caminar, la oruga contestó:

"Tuve un sueño anoche: soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo".

Sorprendido, el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba:

"¡Debes estar loco!, ¿cómo podrás llegar hasta aquel lugar?, ¿tú?, ¿una simple oruga? .... una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable"...

Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó, su diminuto cuerpo no dejó de moverse.

De pronto se oyó la voz de un escarabajo preguntando hacia dónde se dirigía con tanto empeño. La oruga contó una vez más su sueño y el escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y dijo:

"Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso", y se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.

Del mismo modo la araña, el topo y la rana le aconsejaron a nuestro amigo desistir: "¡No lo lograrás jamás!" le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. "Estaré mejor", fue lo último que dijo y murió.

Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del campo, había construido como su tumba un monumento a la insensatez, ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Esa mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. De pronto quedaron atónitos, aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y unas antenas que no podían ser las de la oruga que creían muerta, poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas de mariposa de aquel impresionante ser que tenían en frente, el que realizaría su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado......

Dios nos ha creado para conseguir un ideal, vivamos por él, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas y entonces, con nuevos bríos y con la gracia de Dios, lo lograremos.

"El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino".

Aida Robles

lunes, 18 de enero de 2010

De Tarragona a Barcelona, pasando por Malabo


Adios, Candy Candy

Entonces vivíamos en Tarragona. Yo debía tener unos ocho años cuando mis padres nos dijeron que empezáramos a recoger la casa porque nos íbamos de vacaciones. -“Qué bien”, pensé.

Empaquetaron los cuadros, luego los muebles, y poco a poco fueron desapareciendo las camas, los armarios y las cortinas. “Claro –pensaba yo- es que nos vamos de vacaciones”. Mis hermanas estaban contentísimas. Hasta que una tarde me quitaron el póster de Candy Candy del cuarto y aterricé en la realidad.

-¡Yo no me voy de Tarragona! –protesté-. ¡Yo me quedo en España con mis amigas!
-¡Eso, ahora mismo nos vamos al aeropuerto y cambiamos los billetes! -bromeaban mis padres. Y en un visto y no visto, nos plantamos en Guinea Ecuatorial.

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domingo, 17 de enero de 2010

El árbol de los problemas


El carpintero que había contratado para ayudarme a reparar una vieja granja, acababa de finalizar un duro primer día de trabajo. Su cortadora eléctrica se dañó y lo hizo perder una hora de trabajo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar. Mientras le llevaba a su casa, se sentó en silencio. Cuando llegamos, me invitó a conocer a su familia.

Mientras nos dirigíamos a la puerta de su casa, se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol, tocando las puntas de las ramas con ambas manos. Cuando se abrió la puerta, el rostro de aquel hombre se transformó, sonrió, abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. Luego me acompañó hasta el coche. Cuando pasamos cerca del árbol, sentí curiosidad y le pregunte por lo que lo había hecho un rato antes. "Oh, ese es mi árbol de problemas", contestó. "Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo, pero una cosa es segura: los problemas no pertenecen a la casa, ni a mi esposa, ni a mis hijos.

Así que simplemente los cuelgo en el árbol cada noche cuando llego a casa. Luego, a la mañana siguiente, los recojo otra vez. Lo bueno es -concluyó sonriendo- que cuando salgo por la mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior".

viernes, 15 de enero de 2010

Mi hermana Begoña y los bebés medicamento



El embrión es ya un hijo, aunque esté enfermo. Eliminarlo por este motivo, querer tener un hijo de diseño o que cumpla con determinados mínimos, priva a las familias de vivir experiencias tan ricas como la que la autora comparte en esta página

Sirva este testimonio de canto a esos hermanos embriones, que son sacrificados o se encuentran congelados, a costa del otro, del bebé medicamento. Mi hermana se llamaba Begoña. Era la quinta, y mi única hermana. Tenía 17 años menos que yo, y nació gracias a que siendo aún embrión no fue seleccionado entre otros embriones hermanos como no apta para nacer. Si por el contrario hubiese sido investigado y seleccionado en plan eugenésico, mi hermana no hubiera nacido. Soy bióloga, estoy en activo y sé de lo que hablo.

Al leer noticias sobre bebés medicamento me acuerdo de ella. Nació aún siendo mis padres perfectamente conscientes del riesgo que corrían teniendo a esa niña, debido a la edad de mi madre, ya mayor. Pero mis padres se querían mucho, y sabían que esa felicidad amorosa no podía terminar de otra manera.

Begoña supuso al principio un gran desconcierto para todos. Efectivamente nació con problemas sanguíneos, con problemas de integración cerebral, de coordinación nerviosa y de psicomotricidad, que supusieron no pocas dificultades y aparentes fastidios. Viajes cansados en busca de centros especializados y tratamientos, sacrificios de caprichos y de tiempo, de gastos a veces necesarios, de tener que suplir horas de descanso por rehabilitaciones pesadas y duras....

Ahora que de nuevo pienso en ella, recuerdo esta época de mi adolescencia como un aparente sin vivir de mis padres, de lucha y más lucha por sacarla adelante, pero nunca como unos años amargos, sino todo lo contrario. Años en los que descubrí la generosidad de mis padres, en los que los lazos familiares se fortalecieron, en los que nadie se quejaba por carencias materiales, sin envidias, ni celos, ni egoísmos, ni tonterías...; porque Begoña, con su sonrisa agradecida, nos conquistaba. Sus ojeras y carita melancólica reclamaban de todos cariño y necesidad, y nos forzaba a dar, a darle, a darnos. ¿Qué tendría esa niña enferma que a todos nos ayudaba?

Y quisiera hacer más extensiva esta pregunta, preguntarme y preguntaros: ¿qué puede aportarnos un niño enfermo? ¿Sirve para algo? ¿Compensa su enfermedad, o es preferible que no viva? Mi hermana, como cualquier niño que padece, nos dejó un tesoro de humanidad, una huella grande en el corazón, y una enseñanza de sensibilidad hacia los demás, en primer lugar hacia los propios hermanos.
Begoña nos dio todo lo que tuvo, cosas pequeñas que aparentemente no brillaban, y que no siempre nos gustaban, que nos molestaban.

Pero precisamente por el hecho de no ser fabricada, ni elegida de entre otros, mis padres la esperaron sin afán de posesión, y sin afán de derechos. La aceptaron como era, porque vieron en ella algo creado como fruto de un amor conyugal que se vive a tope, por dentro y por fuera, sin barreras, y que se concibe en un lecho de felicidad. Y así llegó por derecho. Begoña iluminó con su llegada nuestra casa.

... y la Providencia es la Providencia

Nadie se ha olvidado de ella. La recordamos, sobre todo, por la felicidad que nos proporcionaba el poder ayudarla y por lo que eso nos hizo crecer y madurar como hermanos. Nadie recuerda los malos ratos..., sino su entrañable ternura. Y digo olvidado porque la vida de Begoña se acabó el día que cumplía su mayoría de edad. Se fueron las dos, mi madre y ella. Y esto también me hace pensar en las cosas que tiene esta vida. ¿Quién les iba a decir a todos aquellos que auguraban la ancianidad de mi hermana como desgraciada y solitaria, con hermanos ya de vida hecha y padres muy mayores...?

Cuántos temores; cuánta palabrería perdida, porque el destino es el destino; las estrellas, las estrellas; y la Providencia, la Providencia; y nadie se escapa a ella. Sin embargo, cómo nos gustaría poder apoderarnos además del momento de la vida, también del momento de la muerte. Cómo nos gustaría conocerlo de antemano. Cuánto dinero gastamos en ello. Cartas y adivinos. Horóscopos y más cartas.
Mi hermana y mi madre murieron de la manera más inesperada. Nos dejaron las dos juntas en un accidente de tráfico.

Mi hermana cumplía ese día su mayoría de edad. Decían sus profesores que moría en el momento adecuado, después de haber conseguido su cerebro un máximo de madurez. ¿Estaría este momento previsto? Porque cuántos planes idos a pique. Pienso, asimismo, que hay hechos que se nos escapan, que juegan con las ciencias y las tecnologías más exactas. Ni el nacer ni el morir dependen sólo de la biología.
La vida humana se mantiene también con otras fuerzas además de las energéticas. Vivimos de esperanzas, de sueños de paz, y anhelamos una felicidad perenne que parece que nunca llega del todo. No juguemos con esas fuerzas -reales, aunque no sean físicas- que nos dirigen desde fuera.

Esperanza Eguía Padilla
en Alfa y Omega

jueves, 14 de enero de 2010

Perseverar pensando en los demás


Las expectativas legítimas de los otros urgen y facilitan nuestra fidelidad. Así lo ha sido siempre, en la familia, en la amistad, en cualquier ideal de servicio o de entrega. Lo expresa admirablemente Antoine de Saint-Exupéry en "Tierra de hombres", donde cuenta la historia de un piloto perdido en la montaña después de estrellarse su avión. Aquel hombre, Guillaumet, tenía un montón de razones para dejar de luchar por seguir adelante: no conocía el camino, era casi seguro que todo aquel sobrehumano esfuerzo no serviría para nada. Estaba solo, perdido, roto de golpes, de fatiga, de cansancio. Derribado a cada paso por la tormenta, en una zona de la que se decía que Los Andes, "en invierno, no devuelve a los hombres".

La muerte por congelación es una muerte dulce: entra una especie de sopor, lleno de sensaciones agradables en las que uno se encuentra, incluso, optimista, y entre dos sueños se escapa el alma. Aquel hombre lo sabía. No le costaba nada dejarse estar, recostado sobre el suelo helado, no levantarse después de una caída, decir ¡ya basta, se acabó!, y no volver a intentarlo de nuevo. "Perdidas, poco a poco, tu sangre, tus fuerzas, tu razón, seguías avanzando, obstinado como una hormiga, volviendo sobre tus pasos para rodear el obstáculo, volviendo a ponerte en pie después de las caídas, o volviendo a subir aquellas pendientes que solo conducen al abismo, sin concederte ningún descanso, pues, de haberlo hecho, ya no te hubieras levantado del lecho de nieve.

Las razones para seguir


"En efecto, cuando resbalabas, tenías que incorporarte deprisa para no ser transformado en piedra. El frío te petrificaba en cuestión de segundos, y disfrutar, después de una caída, de un minuto de más descanso, te suponía mover unos músculos muertos para poder reiniciar la marcha. Te resistías a las tentaciones. "En la nieve –me decías–, se pierde todo instinto de conservación. Después de dos, tres, cuatro días de marcha, uno solo quiere dormir. Era lo que yo deseaba". Y tú caminabas y, con la punta de la navaja, cada día te ensanchabas un poco más la abertura de los zapatos para que los pies, que se te congelaban y se hinchaban, cupiesen dentro... ".

Guillaumet piensa en su mujer, en sus hijos, en sus compañeros. ¿Quién podrá mantener a esa familia que le aguarda en algún lugar de Francia si él se para? No, no les podía fallar. Ellos le querían, le esperaban. ¿Qué pasaría si supieran que estaba vivo? "Si mi mujer cree que vivo, cree que camino. Los compañeros creen que camino. Todos tienen confianza en mí, y soy un canalla si no camino." Cuando volvía a caerse, repetía esas palabras. Cuando las piernas se negaban a avanzar más; cuando los huesos todos de su cuerpo gemían entumecidos por el frío y el cansancio; cuando después de bajar tenía que volver a subir, como en un carrusel que no acababa nunca, volvía a repetir el mismo estribillo: "Si creen que vivo, creen que camino, y soy un canalla si no sigo".

El pensamiento de las personas que nos esperan y nos necesitan, nos comunica fuerza para ir adelante, y eso es un ejercicio de responsabilidad y una estupenda manifestación de fidelidad. Hay muchas personas a nuestro alrededor que necesitan de nosotros, y quizá Dios espera que dediquemos a ellas nuestra vida, y si es así, no podemos defraudar ni a Dios ni a esas personas.

Henri Guillaumet, héroe de la aviación francesa, formaba parte de la Compagnie Generale Aeropostale, el servicio de correo aéreo que unía Francia con América del Sur. Leer más aquí

miércoles, 13 de enero de 2010


Estos días se cumpliría el 75 aniversario del «rey del rock», que vivió siempre al límite

Elvis Presley, antes de morir: «Señor, ¡muéstrame una salida, te necesito!»

Su hermanastro lo encontró la misma mañana de su muerte rezando de rodillas en el baño de su mansión.

12 Enero 2010. La Razón

«Elvis estaría predicando si estuviera vivo», reconocía hace unos días Priscilla Presley, la que fuera esposa del fallecido «rey del rock», durante la celebración del que hubiera sido su 75 cumpleaños. Su célebre mansión de Graceland acogió a más de 3.000 personas que celebraron la onomástica. «Creo que Elvis estaría cantando música gospel. Y quizá estaría predicando un poco. Le fascinaba enseñar y quería mucho la Biblia», reconoció su mujer, Priscila.
Elvis Aaron Presley creció con la música gospel –«palabra de Dios», en inglés–, los espirituales de la música afroamericana. Él mismo explicaba: «Esa música se hizo tal parte de mi vida que era tan natural como el baile, una forma de escapar de los problemas y un medio de liberación». Así lo relata la monumental biografía del cantante en dos tomos que ha elaborado Peter Guralnick y que ocupa más de un millar de páginas.

Asistía a la iglesia

Según recoge la web Protestante Digital, Presley se crió en el ambiente evangélico o «pentecostal» del sur de los Estados Unidos: «Su madre le había acostumbrado a ir a la iglesia, no sólo a la escuela dominical, sino a todo tipo de campañas y reuniones especiales de avivamiento. Su familia asistía a la Primera Asamblea de Dios en Tupelo, Mississippi, y luego en Memphis, cuando se mudaron allí en 1948. James Hammill era predicador de su congregación en Memphis. Recuerda a los Presley en la iglesia, pero dice que Elvis nunca tuvo especial participación en los cultos. De hecho, no llegó a ser siquiera miembro oficialmente , aunque asistiera como adolescente a las reuniones. Pero su vida no dio señales suficientes de cambio como para poder ser bautizado y formar parte de la comunidad», relata.

Buscando el rostro de Cristo

El éxito y el dinero fácil llevaron a la ruina al «rey del rock», que vivió al límite entre anfetaminas, mujeres y fans. Marcado por la muerte de su madre, su vida fue de mal en peor. Hubo momentos de grandeza, como en 1966, cuando grabó «How great thou are», un álbum con varios himnos gospel, que le otorgó su primer Grammy. Pero poco a poco, su ritmo de vida lo llevó a la autodestrucción: «Elvis presentaba ya una patética imagen de obesidad, extravagancia y adicción. Cuando aparece muerto en su cuarto de baño, el libro que tenía en sus manos, se llamaba “La búsqueda científica” de la cara de Jesucristo, un título esotérico que mezcla la superstición y el espiritismo», relata la biografía de Guralnik.
Su hermanastro, David Stanley, le recuerda sin embargo leyendo la Biblia a menudo. Solía citar las palabras de la segunda carta de san Pablo a los Corintios sobre la necesidad de vivir para Cristo. Él le vio la mañana del día de su muerte: «Estaba de rodillas en el baño. Su lengua morada le colgaba de la boca y tenía los ojos llenos de sangre. Oraba: “Muéstrame una salida, Señor, estoy cansado y confuso, ¡te necesito!”», rogó.



Ante el Cristo de la Buena Muerte

Poesía de José María Pemán


¡Cristo de la Buena Muerte,
el de la faz amorosa,
tronchada como una rosa,
sobre el blanco cuerpo inerte
que en el madero reposa.
¿Quién pudo de tal manera
darte esta noble y severa
majestad llena de calma?
No fue una mano: fue un alma
la que talló tu madera.
Fue, Señor, que el que tallaba
tu figura, con tal celo
y con tal ansia te amaba,
que, a fuerza de amor, llevaba
dentro del alma el modelo.
Fue, que, al tallarte, sentia
un ansia tan verdadera,
que en arrobos le sumía
y cuajaba en la madera
lo que en arrobos veía.
Fue que ese rostro, Señor,
y esa ternura al tallarte,
y esa expresión de dolor,
más que milagros del arte,
fueron milagros de amor.
Fue, en fin, que ya no pudieron
sus manos llegar a tanto,
y desmayadas cayeron...
¡y los ángeles te hicieron
con sus manos, mientras tanto!

Por eso a tus pies postrado;
por tus dolores herido
de un dolor desconsolado;
ante tu imagen vencido
y ante tu Cruz humillado,
siento unas ansias fogosas
de abrazarte y bendecirte,
y ante tus plantas piadosas,
quiero decirte mil cosas
que no se cómo decirte...
¡Frente que, herida de amor,
te rindes de sufrimientos
sobre el pecho del Señor
como los lirios que, en flor,
tronchan, al paso, los vientos!
Brazos rígidos y yertos,
por tres garfios traspasados
que aquí estais; por mis pecados
para recibirme, abiertos,
para esperarme, clavados.
¡Cuerpo llagado de amores,!
yo te adoro y yo te sigo;
yo, Señor de los señores,
quiero partir tus dolores
subiendo a la cruz contigo.
Quiero en la vida seguirte,
y por sus caminos irte
alabando y bendiciendo,
y bendecirte sufriendo,
y muriendo bendecirte.

Quiero, Señor, en tu encanto
tener mis sentidos presos,
y, unido a tu cuerpo santo,
mojar tu rostro con Ilanto,
secar tu llanto con besos.
Quiero, en santo desvarío,
besando tu rostro frio,
besando tu cuerpo inerte,
llamarte mil veces mio...
¡Cristo de la Buena Muerte!
Y Tú, Rey de las bondades,
que mueres por tu bondad
muéstrame con claridad
la Verdad de las verdades
que es sobre toda verdad.
Que mi alma, en Ti prisionera
vaya fuera de su centro
por la vida bullanguera;
que no le Ileguen adentro
las algazaras de fuera;
que no ame la poquedad
de cosas que, van y vienen;
que adore la austeridad
de estos sentires que tienen
sabores de eternidad;
que no turbe mi conciencia
la opinión del mundo necio;
que aprenda, Señor, la ciencia
de ver con indiferencia
la adulación y el desprecio;
que sienta una dulce herida
de ansia de amor desmedida;
que ame tu Ciencia y tu Luz;
que vaya, en fin, por la vida
como Tú estás en la Cruz:
de sangre los pies cubiertos,
llagadas de amor las manos,
los ojos al mundo muertos,
y los dos brazos abiertos
para todos mis hermanos.

Señor, aunque no merezco
que tu escuches mi quejido;
por la muerte que has sufrido,
escucha lo que te ofrezco
y escucha lo que te pido:
A ofrecerte, Señor, vengo
mi ser, mi vida, mi amor,
mi alegria, mi dolor;
cuanto puedo y cuanto tengo;
cuanto me has dado, Señor.
Y a cambio de esta alma llena
de amor que vengo a ofrecerte,
dame una vida serena
y una muerte santa y buena.
¡Cristo de la Buena Muerte!

martes, 12 de enero de 2010


El Cristiano y el Peluquero


Un cristiano y un peluquero no creyente estaban caminando por los barrios de la ciudad. El peluquero dijo al cristiano: "Es por esto por lo que no puedo creer en el Dios que tú me hablas, en un Dios de Amor. Si Dios fuera así como tu dices, EL no permitiría que estos vagos fueran adictos a la droga y a otros hábitos destructivos. No, no puedo creer en un Dios que permite todo esto."

El cristiano estuvo callado hasta que se encontraron con un hombre particularmente descuidado. El cabello le llegaba hasta el cuello y la barba sin rasurar. El cristiano le dijo: "No serías un buen peluquero si permites que un hombre como éste continué viviendo aquí sin un corte de pelo y una buena rasurada." Indignado, el peluquero contestó: "¿Porqué me culpas por la condición de este hombre? No puedo evitar que él esté así. Nunca ha ido a mi peluquería, yo podría arreglarlo y hacerlo verse como un caballero si él me lo pidiera." El cristiano miró fijamente al peluquero y le dijo: "

Entonces no puedes culpar a Dios por permitir que los hombres sigan viviendo en sus malos caminos. EL constantemente los está invitando a acercarse para ser salvados y recibir sus promesas a través de su palabra, pero al igual que este hombre, no se lo han pedido. "Esta decisión es personal y sólo tienes que invitarlo a entrar a tu corazón."

domingo, 10 de enero de 2010

Fábula indostánica


Los ciegos y el elefante


Cuentan que seis ciegos un día
decidieron estudiar completamente al elefante,
animal que nunca vieron.
Mas si ver no podían, es claro, juzgar sí, pensaron y dijeron.

El primero se acercó al elefante, que en pie se hallaba;
Tocó su flanco alto y duro; palpó bien y declaró:
¡Ya lo tengo! El elefante ¡es igual que una pared!

El segundo, de un colmillo tocó la punta aguzada,
y sin más dijo: ¡Está clarísimo!, mi opinión está tomada:
Bien veo que el elefante ¡es lo mismo que una espada!.

Toca la trompa el tercero, y, en seguida, de esta suerte
habla a los otros muy fuerte: es largo, redondo, repelente...
¡El elefante, señores, es una enorme serpiente!.

El cuarto, osado y animoso, por una pata trepa;
¡oh, qué tronco más gordo! - exclama.
Y luego dice a los otros: Amigos, ¡esto es un árbol añoso!.

El quinto toca una oreja y proclama: ¡Amigos, colegas míos,
equivocados estáis completamente!
yo os digo que ¡el elefante es –obviamente- un raro y extraño abanico!.

El sexto, al fin, coge el rabo, se agarra bien, trepa...:
¡Vamos, vamos, compañeros; ninguno en su juicio acierta!.
El elefante es..., ¡tocadlo!, una soga... Sí, ¡una cuerda!.

Los ciegos del Indostán disputan y se querellan;
cada uno seguro de haber hecho bien su prueba...
¡Todos con una pizca de razón..., y todos yerran!

El tacto da conocimiento.
La vista, color y profundidad.
El oído, melodía,
El olfato y el gusto, sabor.
Cinco sentidos conocen lo sensible.
Los cinco precisos son.
¿Mas para saber la verdad?
Inteligencia y razón, ambas dos precisas son
que no bastan los sentidos, la ciencia, la experiencia,
ni siquiera la universidad.