sábado, 25 de mayo de 2013

¿Y LOS MEDIOS?


   
   José María González Barredo conocía desde hacía tiempo a san Josemaría. Juntos fueron a visitar a Valdés, que se encontraba enfermo con una fuerte inflamación de anginas. Escrivá se puso a la cabecera de la cama, mientras González Barredo permanecía a los pies. 

   Al ver que la conversación tomaba un tinte sobrenatural y muy personal, Barredo se escurrió sigilosamente en dirección a la puerta, con intención de abandonar la escena. Manuel Valdés, sin embargo, cuando se dio cuenta de ello, hizo un esfuerzo en hablar para decirle que no se fuera.

   San Josemaría le hablaba de la Obra que había fundado, y que busca la santidad en medio de lo ordinario. Un empeño que es consecuencia de la inalienable dignidad de los hijos de Dios. Probablemente encendió el corazón de aquel estudiante con una intensa vibración apostólica. Le hablaba de horizontes increíbles de apostolado, de lo mucho que aún quedaba por hacer y de la inmensa tarea de llevar a las almas a Dios. Y no era quehacer para unos pocos, sino obligación de todo cristiano.


   Como Valdés no podía hablar, pidió papel y lápiz y escribió: «Pero ¿y los medios?». El santo, tomando ese mismo papel, «sin pararse a pensarlo le contestó escribiendo también: Son los mismos de Pedro y de Pablo, de Domingo y Francisco, de Ignacio y Xavier, el crucifijo y el evangelio. ¿Acaso te parecen pequeños?»(1)

   Cruz y evangelio. Estos son los medios para progresar en filiación divina y comunicar esa locura de amor a los demás. Palabra de Dios y sacrificio. Caridad en el hablar y el obrar. Amar.

Fulgencio Espà, Con El, mayo, p. 122

(1) Camino. Edición Crítica, comentario al punto 470.

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