jueves, 16 de mayo de 2013

VIAJERO A SYDNEY



Volaba hacia Sydney observando las maravillas que se abrían paso bajo sus pies: los desiertos sin fin de Oriente Medio, las montañas altísimas que separan a la India del continente asiático, el azul de un océano inmenso, las islas que lo salpican... toda esa belleza sobrecogía el corazón del Pontífice, que viajaba entusiasmado a la Jornada Mundial de la Juventud del año 2008.
Entre toda esa maravilla, un hecho llamó su atención: la conocida desertización, el avance de lo seco que va despojando de vida esta tierra nuestra. Y como su espíritu también volaba, Benedicto XVI quiso advertirnos de la peor de las desertizaciones: la de las conciencias, tanto o más urgente y peligrosa que la que afecta al suelo que nos sostiene.
Conciencias desiertas. Sociedades vacías. Un inmenso arenal. Pedir al Espíritu que riegue lo que está seco no es un intento vano.

 
Recuérdanos –¡oh Espíritu Santo!– el dulce olor de la tierra mojada. Permítenos volver a percibirlo: el olor de las buenas obras, de las conciencias limpias, de las sociedades rectas, respetuosas de la libertad y de la vida. ¡Que el Espíritu empiece por nosotros mismos, sanandoen nuestras almas lo que está enfermo!

Sana en nuestras almas lo que está enfermo. Cúranos, límpianos, purifícanos de todo eso que quizá no es ya pecado grave, pero que ensucia el alma: reproches, agravios, impurezas, egoísmo. Pídeselo con confianza: ¡Ven, Espíritu Santo! ¡Lava lo que está sucio, cura lo que está enfermo!
La juventud no es la edad del placer –escribía un poeta cristiano a un joven inquieto–, sino la edad del heroísmo[16]. Y el Papa lo recordaba a los jóvenes, preparando otra Jornada Mundial de la Juventud: «En cada época, también en nuestros días, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz.
Al recordar mi juventud veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener un porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande»[17].
Es una máxima en física: el calor dilata los materiales... La llegada del Espíritu Santo es calor de vida para las almas, dilatador de nuestros deseos, Aquel que con su divina presencia y secreta actuación doma el espíritu indómito, ensancha la senda y guía nuestro camino.
Dile a Dios que no te quieres quedar en unos deseos cortitos, en unos caminitos pequeños, en una vida minúscula. Calor para ti y para tu gente; calor para tu mundo; agua y luz que hagan de este planeta un lugar lleno de vida, de vida interior.
Reza con espíritu universal. Ora por todo el mundo, y recuerda en tu recogimiento a aquellos que por amor a Cristo son perseguidos. Es la historia de la mezquindad y grandeza de los hombres; trigo y cizaña juntos hasta el final de los tiempos.

Fulgencio Espá, Con El, 16 de mayo
EVANGELIO
San Juan 17, 20-26
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: —«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí. Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos».

[16] Paul Claudel, Carta a Jacques Rivière.
[17] Benedicto XVI, Mensaje 6-VIII-2010, en Íd., Pensamientos para los jóvenes (Madrid 2011) 33-34.

3 comentarios:

  1. Pues es cierto, a ver si el espíritu Santo nos ilumina y nos riega a todos, puesto que la desertización de nuestras conciencias, que están bastante secas, y encima va en avance. un abrazo

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  2. Pedimos con confianza que nos ilumine y nos conceda su fortaleza para dar un auténtico testimonio cristiano en este año de la Fe. Un abrazo

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  3. El primer mandamiento de la Ley de Dios es: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
    En la práctica se puede reducir, o decir de otra manera: SANTIDAD PERSONAL Y APOSTOLADO

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